Foro Activismo LGTBIQ + y derechos humanos

Estimadas amigas y amigos:

Es muy grato para mi compartir unas palabras sobre este foro. Me gusta mucho la posibilidad de intercambio con activistas de derechos humanos de diferentes latitudes porque esto expresa que la conformación de una Nación Humana Universal donde impere la justicia, la no discriminación, la cultura de paz, la inclusión y la equidad es una posibilidad latente que, espera de nuestras acciones, para cobrar fuerza y hacerse sentir, como una aspiración que trasciende las diferencias entre pueblos y culturas.

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Ver video desde min. 10:35 hasta min. 13:56 | Presentación de Beto Salazar, Director Ejecutivo de Fundación Esquel. Discurso de apertura del Foro Activismo LGTBIQ + y derechos humanos en el marco de proyecto del área de géneros de Esquel con apoyo del NDI.

En otras ocasiones, he comentado que las crisis actuales que ponen a tambalear los pilares sobre los que se ha construido el edificio de nuestra época nos generan riesgos, pero a la vez, nos generan oportunidades.

Si el presente se caracteriza por dosis inmanejables de incertidumbre que cuestionan nuestro optimismo y voluntad para trabajar por mundos nuevos en capacidad de responder a los anhelos de los pueblos, lo que nos queda es hacer una apuesta innegociable por traer el futuro al presente. Y no me refiero a ese futuro apocalíptico y distópico que describen la mayor parte de las producciones cinematográficas de Hollywood.

Me refiero a un futuro luminoso, ese que vive precisamente en la mayoría de declaraciones y tratados que hablan de los derechos humanos y que ofrecen luces para alimentar aquellos faros que la humanidad necesita para guiarse en medio de la profunda obscuridad actual, obscuridad que sumada a la tormenta por la que atravesamos, nos pone en situación de naufragio. Los derechos humanos y su defensa están llamados a ser en este presente una luz que nos oriente hacia refugios de bienestar donde los seres humanos podamos convivir con libertad y paz.

Hoy más que nunca debemos poner en mesa la necesidad de construir una Nación Humana Universal que devuelva a la vida al centro de las preocupaciones y estrategias de un modelo civilizatorio renacido.

Debemos debatir sobre las prioridades y mecanismos de las naciones para generar y distribuir bienestar. Preocuparnos exclusivamente por el debate sobre como generar y distribuir riqueza es un punto insuficiente pues nos pone en un círculo de prioridades donde la vida ocupa un segundo plano. Debemos por tanto aprovechar todos los espacios para hablar de lo importante: la vida y sus opciones de crecimiento y desarrollo.

Para una tarea como está el papel de los activistas es fundamental. Nuestro papel es generar conciencia cierta sobre la necesidad de transformación social que redunde en el cambio positivo en la vida de las personas. En la vida de seres humanos con nombres y apellidos, con aspiraciones de ser, con luchas contra situaciones adversas, con búsquedas profundas de sentido para su vida; y también, con búsquedas profundas de superación del dolor y sufrimiento personal y social.

Hoy, más que nunca la tarea del activismo global es devolver a las comunidades y a su gente la esperanza y el optimismo de que el mundo en el que viven puede ser diferente. Que su situación puede cambiar para beneficio de personas muy concretas:  mujeres, adultos mayores, niños, personas con discapacidad, miembros de la comunidad LGTBIQ+, desplazados de todo tipo, excluidos de todo tipo; gente que hoy vive en soledad y sin esperanza porque, el azar de su nacimiento o el azar de su biografía, los colocaron en una escala de vulnerabilidad y desamparo.

Esa tarea de devolver esperanza es la base de cualquier cambio. Debemos por tanto hacer un trabajo a doble pie: por un lado, convocar esfuerzos colaborativos comprometidos con devolver a la comunidad su soberanía para decidir sobre su futuro, esto exige acciones en localidades pequeñas donde se gesten nuevos rumbos, a manera de pequeños pero potentes laboratorios de innovación social que ofrezcan efectos de demostración de que existen formas distintas de hacer la vida en sociedad en alineamiento estricto de respeto a la vida en todas sus expresiones.

Por otra parte, debemos trabajar para que hasta la más pequeña comunidad reconozca que determinadas situaciones de cambio local exigen compromisos con temas de cambio global. La interdependencia de la vida humana y de los ecosistemas sociales y naturales determinan que hoy no existan puntos desconectados capaces de subsistir por propia cuenta sin tener que involucrarse en tareas y luchas que impliquen a la humanidad en su conjunto.

Entre todas las tareas que nacen de este reconocimiento de la necesidad de trabajar localmente con la visión puesta en generar alternativas a problemas globales, una que se levanta con fuerza, es aquella que nos convoca a trabajar por la transformación de aquellos modelos de desarrollo depredadores para los que los derechos humanos y sus principios resultan tesis incómodas.

Hoy más que nunca debemos ser muy innovadores para recrear las formas que los sistemas sociales adoptan para dar contenido a visiones de desarrollo que erradiquen aquellas formas de economicismo ciego que desconocen la importancia de la vida, la justicia social y la equidad. Y todo esto, solo podemos hacerlo desde la alegría, la bondad, la inteligencia y el compromiso, todos estos atributos, puestos al servicio de las causas de los pueblos del mundo.

A los activistas y soñadores que nos acompañan bienvenidos, que esta sea una linda oportunidad para reconocernos, encontrarnos y alimentar la esperanza de cambio que nos une.

 

Un abrazo a todos,

 

Beto Salazar

Director Ejecutivo de Fundación Esquel

 

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