Ideas para iniciar el año, reflexiones y aprendizajes 2021

Estimados tod@s:

El año 2021 ha finalizado. Ha sido un año lleno de retos complejos y también de oportunidades. Ha sido un período para poner a prueba nuestro temple, nuestra capacidad de innovación, nuestra resistencia y compromiso de salir adelante.

Varios aprendizajes que vale la pena recuperar nos quedan. Primero, en época de incertidumbre y crisis, hay que poner énfasis en lo importante, en lo verdaderamente valioso. Hay que concentrar la energía para atender aquello que está directamente vinculado a nuestra capacidad de preservar y fortalecer la vida en todas sus dimensiones. El aprendizaje concreto es que hoy es ineludible ser pertinente, y esto es, trabajar con fuerza en áreas sensibles a la transformación de lo que nos rodea para hacer del mundo conocido un lugar más humano, justo y amable. Hay que recuperar el espíritu de solidaridad, la alegría de compartir, la sensibilidad que es tan necesaria para sentir el dolor y el sufrimiento humano de los otros como algo propio.

Así, lo que nos ha dejado este 2021 es la constatación de que no podemos claudicar ni dejar de persistir en nuestros intentos por proteger a las personas y sus familias, por potenciar su desarrollo integral incluyendo su capacidad de procesar emociones; y, de ser, más solidarios y recíprocos. El 2021 nos enseñó que no podemos dejar de ser persistentes en trabajar por las comunidades enfatizando en todo aquello que se dirija a elevar su capacidad de decidir sobre su entorno y sobre su futuro, lo que implica desarrollar iniciativas que fomenten competencias personales y sociales para promover cambios positivos. Adicionalmente, si algo nos deja esta dura etapa de pandemia que no finaliza, es que nuestro espíritu no puede claudicar, que nuestra fuerza y nuestra fe en la lucha por aquellas causas que devuelven a los seres humanos su capacidad de resiliencia, su dignidad, su paz, y su trabajo por una utopía de bienestar colectivo que tenga por eje la justicia social no puede debilitarse.

Un segundo gran rubro de lecciones aprendidas tiene que ver con ratificar la importancia de una vocación permanente de aprendizaje. En lo concreto esto significa tener capacidad para estar atentos a los cambios del entono; para poder leer entre líneas y descubrir en procesos de cambio vertiginoso, los hilos que nos conecten con la innovación como práctica permanente y con un modelo de acción que se sostiene en principios.

Por su parte, tener la capacidad de hacer del aprendizaje y mejora continua una constante para enfrentar la incertidumbre de nuestra época nos exige tener una actitud humilde para reconocernos en nuestra fragilidad, y a partir de ello, hacer de la contingencia radical un dínamo que nos lleve a una espiral de creciente superación.

A lo dicho hay que añadir que este ya no es un mundo para la prepotencia y la arrogancia de liderazgos caudillistas o de aquellos liderazgos que no suman porque no logran hacer del trabajo colectivo una fuente relevante de los procesos de toma de decisión. Tener capacidad de aprender y de adaptarse en un mundo como el de hoy, implica el renunciamiento a la idea de formas de organizar el trabajo que no son capaces de entender que la colaboración y el compromiso de muchos a una causa, implica distribuir el poder, hacerlo más inteligente, más humano y cálido, un poder difuminado en muchos 
actores comprometidos a causas comunes para ganar en pertinencia y precisión en la detección de lo que se debe hacer llevándonos a una aplicación de energía de forma más efectiva.

Y esto, nos lleva a una tercera línea de aprendizajes que dice que la acción creadora capaz de levantarse por sobre las condiciones de incertidumbre y crisis actual implica reconocer que no hay salida posible de la telaraña de complejidad que teje la época si no se eleva la capacidad personal, institucional y social de trabajar con otros, y esto, en efecto, configura como un requerimiento la necesidad de ponernos de acuerdo para facilitar la materialización de lo nuevo, es decir, de ese conjunto de elementos de innovación que buscan generar un entorno favorable a aquellas cosas que permiten el desarrollo de la humanidad.

Finalmente, este año que finaliza nos enseña que no debemos rendirnos jamás. Que una organización que se sostiene en el tiempo es una organización que tiene espíritu. Que el factor humano es el primer y último factor decisivo a la hora de enfrentar retos complejos. Que ante un contexto altamente conflictivo es importante darse un espacio para apagar la voracidad de la mente que lucha por encontrar salidas urgentes y coyunturales para encender las luces del corazón que nos permiten llegar a tomar decisiones con sentido y trayectoria de futuro, con compasión, con empatía. De hecho, es la empatía la que permite entender donde está la necesidad del otro que requiere de nuestro esfuerzo comprometido. La fría razón no basta para salir del hoyo del conejo. La razón sin el corazón pierde brújula. Se olvida de lo verdaderamente importante cuando se trata de la construcción de mundos nuevos que no es otra cosa que el trabajo arduo por superar el dolor y el sufrimiento humano.

Y, para este punto, cae bien una invocación. Que el nuevo año nos permita la fuerza necesaria para trabajar intensamente por la defensa de la vida; y así, traer un futuro diferente al presente. Un futuro de dignidad, equidad, paz, justicia y felicidad para ser humanos concretos. No estadísticas, no cifras, no números. Seres humanos que forman parte del medio inmediato que nos rodea, de la comunidad a las que nos pertenecemos, del país y la región del mundo donde el azar de la vida nos colocó. Que el nuevo año nos permita enfrentar con fuerza y valentía aquellos contextos que minan el futuro; que nos permita levantar nuestras voces contra la inequidad, discriminación y violencia que deja a millones de personas en situaciones de alta desolación; que nos permita trabajar para proteger aquellos proyectos de vida que tambalean por la incertidumbre, la desorientación y el sin sentido; que nos ayude a apuntalar los esfuerzos  que derivan en construir oportunidades que acortan las brechas entre la realidad y los anhelos de quienes más lo necesitan. Que el nuevo año nos brinde la oportunidad de seguir trabajando juntos por toda causa que nos permita construir un mundo más solidario y humano.

Con mi saludo fraterno,

Beto Salazar
 

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