2023: andar caminos con el corazón abierto para que nadie se quede atrás

Un nuevo año ha llegado, y con este, una nueva oportunidad para transformar la realidad que conocemos se nos abre. Hay mucho por hacer hacia adelante. Hay que levantar el cuerpo y la esperanza para trabajar día a día por alcanzar ese Ecuador más justo, democrático y solidario que tanto anhelamos.

Pero a diferencia de otros momentos hoy no podemos avanzar en esa dirección sin usar el corazón. El reto es de tal magnitud que no basta con tener buenas ideas. Se necesita involucrar cuerpo, corazón y mente a la tarea de salir de ese círculo vicioso que hace que los esfuerzos de cambio colisionen contra un muro construido con ladrillos de indiferencia, de un egoísmo ciego que no ve que no hay salida individual a la crisis, de un ego sobremedido que calcula en toda acción la renta personal a obtener, de una violencia y resentimiento que alejan y aíslan a las personas  rompiendo las cadenas de confianza que nos permiten construir una identidad de nación.

El momento actual ya no nos permite el lujo de abandonarnos a un individualismo esquizofrénico. Nos exige encontrar caminos para hacer de la unidad la vía de salida a situaciones altamente dolorosas y sufrientes para todos los ecuatorianos. Nos exige hacer propósitos de cambio personal que se corresponda con la dirección de cambio social a la que aspiramos. Nos exige solidaridad para acompañar a otros en sus esfuerzos por ser mejores y tener la humildad suficiente para apoyar las tareas. Nos exige andar caminos con el corazón abierto para velar por que nadie se quede atrás.

Hoy más que nunca debemos resistir la tentación a lanzarnos a un torbellino de violencia del que nadie sale o se salva. Además, no podemos sucumbir ante la  tentación  de  abandonarnos  a una  indiferencia  absurda  con el  dolor  y sufrimiento de los otros. Todo lo humano nos pertenece. Lo bueno y lo malo. La alegría y la frustración. El bienestar y la indefensión.

En este país sometido a grandes retos no podemos alejar la vista y hacer como que nada está pasando.   No podemos estar tranquilos mientras en nuestra patria haya un solo niño sometido a la pobreza y el desamparo, una sola mujer violentada por aquel que supuestamente debía amarla, un solo joven con el futuro comprometido porque no existe oportunidad alguna de crecer y alcanzar el bienestar deseado, un solo hombre o mujer con el futuro cercenado porque una bala perdida a corto su estancia en esta tierra, un solo adulto mayor abandonado a su suerte. Porque ese niño, esa mujer, ese anciano o anciana podrían ser nuestra familia cercana, nuestros amigos, nuestros seres queridos. Nada humano nos es ajeno porque en el azar de la vida lo bueno y lo malo que nos ocurre siempre son condiciones relativas.

Que este año nos encuentre trabajando con nuestras más altas capacidades para construir aquellas acciones y proyectos que nos dan sentido individual y social para hacer realidad las aspiraciones de nuestros pueblos. Esas que están en la base de aquellas utopías que llenan el corazón de paz, fuerza y alegría. Esas que nos recuerdan que podemos ser mejores, que la noche nunca es tan larga para no dejar entrar un nuevo amanecer, esas que nos empujan hacia un futuro luminoso que espera que hagamos lo necesario para conquistarlo.

Beto Salazar
 

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