Reflexiones sobre la descentralización, la democracia, el autoritarismo y la necesidad de pensar en nuevos modelos de desarrollo que permitan el resurgimiento de lo local fueron expuestos este 13 de agosto de 2020 en el foro: “Por un verdadero desarrollo local”, desarrollado en el marco del Pacto Social por la Vida y por el Ecuador que impulsa fundación Esquel, junto a 80 organizaciones de la sociedad civil.
En el foro participaron, desde Cuenca: José María Egas, ingeniero y analista en gestión pública, y Tarquino Orellana, abogado y exprocurador síndico municipal. Condujeron el espacio, Aracelly Calderón y Cristina Almeida.
Orellana afirmó que la idea de la descentralización podría ser pensada desde un reclamo histórico pendiente, como una posibilidad abierta que genera expectativas de un proceso que ha sido interrumpido y frustrado de un Estado que ha estado dispuesto a ceder competencias pero no recursos. “El Estado centralista, en temas de concentración económica, tiende a ser un rentista y especulador, y en el régimen político, un Estado clientelar”, apuntó Orellana.
Orellana cuestionó, que si se administran los recursos, y se especula con ellos, se desarrolla una relación clientelar con los distintos organismos, dando paso a una relación de subordinación. “Un Estado concentrador y totalitario se vuelve un Estado inviable. Esto es lo que estamos sufriendo, no hay posibilidades para los desarrollos e iniciativas locales”, mencionó el experto.
Sobre una posible solución, Orellana cree que es imprescindible una gran voluntad política para tratar estos temas y pensar en nuevos modelos de desarrollo, desde la localidad. “Deberíamos asumir una iniciativa de ruptura con el Estado bipolar que tiene el Ecuador, concentrado políticamente en Quito, y económicamente en Guayaquil, interfiriendo en el desarrollo de otras regiones”.
De su lado, Egas se refirió a la crisis que vive el Ecuador y el mundo, agudizada por la pandemia y que pasa, según dijo, por tres rupturas: la ética, la ambiental y la política. Esta última, atravesada por prácticas clientelares para con los órganos públicos a los que subordina, donde las necesidades locales se ven invisibilizadas por el centralismo.
En ese marco, Egas cuestionó al “Estado unitario” que, a su criterio, no reconoce que somos un Estado diverso, plurinacional y pluriétnico y que cuyas diferencias son vistas como una amenaza que, a su vez, merma la participación ciudadana.
“Necesitamos democratizar la vida, la institucionalidad del Estado, en donde entra la descentralización. Democratizar la propia democracia en términos de participación social y la recuperación de la política. Debemos tener un Estado descentralizado y buscar un modelo que nos augure un mejor futuro”, apuntó.
Para Egas, las competencias se distribuyen desde las expectativas, posibilidades y contradicciones de los niveles de gobierno, pero no recogen las aspiraciones o necesidades ciudadanas que, al parecer, han caído en un ejercicio metodológico que no responde a esas expectativas.
“Si queremos pensar en una nueva forma de Estado, o democracia, debemos recuperarla desde un nuevo sentido de participación, y no desde el clientelismo, o negociación de recursos, sino de repensar el territorio y el futuro”, concluyó.